Sobre el marco político – militar del mundo contemporáneo

(Publicado en la Revista Comunista “KOMEP” – Órgano ideológico y político del CC del KKE, numero 1 de 2021) Las «vías de paz y prosperidad» prometidas a los pueblos por todo tipo de oponentes del socialismo después de su derrocamiento en la Unión Soviética y otros países de Europa del Este nunca «se abrieron». Tres décadas después, «nuestro mundo contemporáneo», a pesar del avance de … Continúa leyendo Sobre el marco político – militar del mundo contemporáneo

La independencia del discurso comunista

Carlos ArribasNuevo RumboÓrgano del CC del Partido Comunista de los Trabajadores de España4 agosto 2020 El análisis de la realidad social desde una perspectiva marxista-leninista es complejo, como diría cierta ministra. Es necesario entender los factores que determinan los contextos de vida de cada una de las clases sociales que intervienen en cada modo de producción, ya sea en la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo … Continúa leyendo La independencia del discurso comunista

Bielorrusia – Una bandera que lo dice todo

«En la última guerra Bielorrusia perdió un tercio de su población. Fue prácticamente borrada de la faz de la Tierra. Miles de monumentos han sido levantados en nuestra tierra como recuerdo del padecimiento. Son sagrados para nosotros. No podemos contemplar con calma cómo se celebran actos en estos lugares con las banderas con las que los fascistas organizaron las matanzas de bielorrusos, rusos, judíos y de otras nacionalidades» Continúa leyendo Bielorrusia – Una bandera que lo dice todo

La Guerra Sagrada y algunos relatos sobre La Gran Guerra Patria

I Durante el siglo XX, la guerra como un fenómeno histórico y eminentemente político ha acentuado su reproducción ideológica hasta tal punto que ha permitido establecer y diferenciar su naturaleza. Si bien las guerras que se ejercen y desatan en función de la expansión y la dominación de los pueblos ha sido la constante de la historia de la humanidad, también las hay aquellas que … Continúa leyendo La Guerra Sagrada y algunos relatos sobre La Gran Guerra Patria

El Estado y el socialismo [1]


Escrito: 1919
Primera Edición: Aparecido en L´Ordine Nuovo, 28 de junio a 5 de julio de 1919
http://www.marxists.org


Publicamos este artículo de For Ever aunque se trate de una colección de despropósitos y de divertida fraseología. Para For Ever, el Estado de Weimar es un Estado marxista; nosotros, los del «Ordine Nuovo» somos adoradores del Estado, queremos al Estado ab aeterno (For Ever quería decir in aeternum, evidentemente); el Estado socialista es lo mismo que el socialismo de Estado; han existido un Estado cristiano y un Estado plebeyo de Cayo Gracco; el Soviet de Saratov podría subsistir sin coordinar su producción y su actividad de defensa revolucionaria con el sistema general de los Soviets rusos, etc. Afirmaciones y necedades semejantes se presentan como una defensa de la anarquía. Y sin embargo publicamos el artículo de For Ever. For Ever no es sólo un hombre: es un tipo social. Desde este punto de vista no debe ser puesto de lado; merece ser conocido, estudiado, discutido y superado. Lealmente, amistosamente (la amistad no debe ser separada de la verdad y de toda la aspereza que la verdad comporta). For Ever es un pseudorevolucionario; quien basa su acción en mera fraseología ampulosa, en el frenesí de la palabrería, en el entusiasmo romántico, es simplemente un demagogo y no un revolucionario. Para la revolución son necesarios hombres de mente sobria, hombres que no dejen sin pan la panaderías, que hagan marchar los trenes, que surtan las fábricas con materias primas y consigan cambiar los productos industriales por productos agrícolas, que aseguren la integridad y la libertad personal contra las agresiones de los malhechores, que hagan funcionar el complejo de servicios sociales y no reduzcan al pueblo a la desesperación y a la demencial matanza interna. El entusiasmo verbal y la fraseología desenfrenada hacen reír (o llorar) cuando uno solo de esos problemas tiene que ser resuelto aunque sólo sea en una aldea de cien habitantes

gramsci-1024x576Pero For Ever, pese a ser un tipo característico no representa a todos los libertarios. En la redacción del Ordine Nuovo contamos con un comunista libertario, Carlo Petri. Con Petri la discusión se sitúa en un plano superior; con comunistas libertarios como Petri el trabajo en común es necesario e indispensable; son una fuerza de la revolución. Leyendo el artículo de Petri publicado en el número pasado y el de For Ever que publicamos en este número[2] -para fijar los términos dialécticos de la idea libertaria: el ser y el no ser- hemos llegado a estas observaciones. Por supuesto, los camaradas Empédocles y Caesar[3], a los que Petri se refiere directamente, son libres de responder por su cuenta.

I

El comunismo se realiza en la Internacional proletaria. El comunismo será tal sólo cuando y en tanto sea internacional. En este sentido, el movimiento socialista y proletario está contra el Estado, porque está contra los Estados nacionales capitalistas, porque está contra las economías nacionales que tiene su fuente de vida y toman su forma de los Estados nacionales.

Pero si de la Internacional Comunista se verán suprimidos los Estados nacionales, no sucederá lo mismo con el Estado, entendido como «forma» concreta de la sociedad humana. La sociedad como tal es pura abstracción. En la historia, en la realidad viva y corpórea de la civilización humana en desarrollo, la sociedad es siempre un sistema y un equilibrio de Estados, un sistema y un equilibrio de instituciones concretas, en las cuales la sociedad adquiere conciencia de su existencia y de su desarrollo y únicamente a través de las cuales existe y se desarrolla.

Cada conquista de la civilización humana se hace permanente, es historia real y no episodio superficial y caduco, en cuanto encarna en unas instituciones y encuentra una forma en el Estado. La idea socialista ha sido un mito, una difusa quimera, un mero arbitrio de la fantasía individual hasta que ha encarnado en el movimiento socialista y proletario, en las instituciones de defensa y ofensiva del proletariado organizado, en éste y por éste ha tomado forma histórica y ha progresado; de él ha generado el Estado socialista nacional, dispuesto y organizado de modo que le hace capaz para engranarse con los otros Estados socialistas; condicionado incluso de tal modo que sólo es capaz de vivir y desarrollarse en cuanto se adhiera a los otros Estados socialistas para realizar la Internacional Comunista en la que cada Estado, cada institución, cada individuo encontrará su plenitud de vida y de libertad.

En este sentido, el comunismo no está contra el «Estado» e incluso se opone implacablemente a los enemigos del Estado, a los anarquistas y anarcosindicalistas, y denuncia su propaganda como utópica y peligrosa para la revolución proletaria.

Se ha construido un esquema preestablecido, según el cual el socialismo sería un «puente» a la anarquía; se trata de un prejuicio sin fundamento de una arbitraria hipoteca del futuro. En la dialéctica de las ideas, la anarquía es una continuación del liberalismo, no del socialismo; en la dialéctica de la historia, la anarquía se ve expulsada del campo de la realidad social junto con el liberalismo. Cuanto más se industrializa la producción de bienes materiales y a la concentración del capital corresponde una concentración de masas trabajadoras, tantos menos adeptos tiene la idea libertaria. El movimiento libertario se difunde aún donde prevalece el artesanado y el feudalismo rural; en las ciudades industriales y en el campo de cultivo agrario mecanizado, los anarquistas tienden a desaparecer como movimiento político, sobreviviendo como fermento ideal. En este sentido la idea libertaria dispondrá aún de un cierto margen para desplegarse; proseguirá la tradición liberal en cuanto ha impuesto y realizado conquistas humanas que no deben morir con el capitalismo.

Hoy, en el tumulto social promovido por la guerra, parece que la idea libertaria haya multiplicado el número de sus adeptos. No creemos que la idea tenga de qué vanagloriarse. Se trata de un fenómeno de regresión: a las ciudades han emigrado nuevos elementos, sin cultura política, sin entrenamiento en la lucha de clases con las formas complejas que la lucha de clases ha adquirido en la gran industria. La virulenta fraseología de los agitadores anarquistas prende en estas conciencias instintivas, apenas despiertas. Pero la fraseología pseudorevolucionaria no crea nada profundo y permanente. Y lo que predomina, lo que imprime a la historia el ritmo del progreso, lo que determina el avance seguro e incoercible de la civilización comunista no son los «muchachos», no es el lumpenproletariado, no son los bohemios, los diletantes, los románticos melenudos y excitados, sino las densas masas de los obreros de clase, los férreos batallones del proletariado consciente y disciplinado.

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